La idea de bañarnos con agua fría puede parecer terrible en un principio, pero según el periodista Patrick Huguenin, no hay más que superar el choque inicial con el agua fría para disfrutar los beneficios de tomar una ducha helada todos los días.
El periodista decidió aceptar el reto basado en la premisa de su abuelo: un baño diario de agua fría mantiene las enfermedades a raya porque forma una especie de “armadura helada”.
Huguenin afirma que, una vez superados los primeros 30 segundos bajo el agua fría, uno se acostumbra y puede disfrutarlo tanto como un baño de agua caliente. Al cabo de tres días, la ducha deja de ser una tortura.
Entre los beneficios que el periodista notó en su cuerpo, señala:
● Los baños son más cortos, así que no hay tiempo perdido al comenzar la jornada.
● El cuerpo se despierta de inmediato y está dispuesto a enfrentar el día con una actitud más despierta.
● Si la ducha fría se toma después de hacer ejercicio, uno se siente fresco más rápido y el sudor después del entrenamiento, se detiene.
● Los aceites naturales que produce la piel, permanecen en ella, lo que combate la resequedad y la irritación.
● Los pensamientos son más claros, más enfocados y más eficientes durante el día.
Estos puntos tienen su respaldo científico, de acuerdo con la Universidad de Virginia, bañarse con agua fría le da un gran impulso al sistema nervioso, es un antidepresivo natural porque proporciona una especie de electrochoques mínimos y favorece la producción de noradrenalina en el cerebro, por lo que nos mantiene alertas y motivados.
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